PRESENTACIÓN

La red está llena de información, tanta que es muy fácil perderse en ella. Seguramente lo que pueda escribir ya está dicho en algún otro sitio. Sin embargo, me he decidido a hacerlo porque disfruto con ello y porque, quién sabe, quizás alguien pueda encontrar aquí algo que no habría leído en otro lugar. El propósito de este blog es compartir reflexiones personales e "intercambiar conocimientos" relacionados con la psyché, el alma o el "ser persona". Os invito a enriquecer mis entradas con comentarios, preguntas o sugerencias.



sábado, 27 de octubre de 2012

"Validation": el poder de la mirada

Hace unos días, a través de una amiga, conocí el cortometraje validation. Primero me hizo sonreír; después me hizo recordar, agradecida, a personas que me han hecho sonreír a lo largo de mi vida… y compartirlo con alguna de ellas, lo cual, a su vez, les hizo sonreír; por último, para qué negarlo, me arrancó algunas lágrimas y me sirvió como trampolín para bucear un poco en mi interior.

Lo cierto es que el desarrollo argumental de la historia "subida a la fama-caída en desgracia-final feliz" resulta para mi gusto un poco ñoño y manido. Ésta es mi crítica al vídeo, sobre la que no me voy a extender. Quiero en cambio compartir mi reflexión sobre el eje alrededor del cual -desde mi punto de vista- se articula esta historia y que la convierte en algo especial, diferente de cualquier otra“historia bonita”. (Aclaro que basaré mis comentarios en una "traducción libre" de la versión inglesa, pues los subtítulos en castellano me han parecido bastante desacertados).

En un inteligente juego de palabras, el vídeo comienza mostrando a una persona que va a "validar" o sellar su tique por dos horas de estacionamiento gratuito (en inglés, “validation parking”) y recibe, junto con el sello, una "validación" de muy distinto tipo.
La RAE define validar como “dar fuerza o firmeza a algo, hacerlo válido”. Algunos autores en psicología empleamos este término en un sentido similar (aunque no idéntico). Por otro lado, la descripción del vídeo alude al concepto de “sincronicidad”, definido por C.J.Jung como la «coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, cuyo contenido significativo sea igual o similar». Como vemos, aparecen diversos “hilos” de pensamiento y de experiencia entretejiéndose en este vídeo y sobre los que podríamos reflexionar ampliamente. Para no extenderme más de la cuenta, y dejando a un lado cuestiones terminológicas, hablaré de lo que a mí me ha significado esta historia: el poder del reconocimiento y la validación.




¿Qué significareconocer? El diccionario de la RAE proporciona más de una decena de acepciones de esta palabra, de las que recojo tres: “distinguir a una persona (o una institución) entre las demás, por sus rasgos propios. Examinar con cuidado algo o a alguien para enterarse de su identidad, naturaleza y circunstancias. Considerar, advertir o contemplar”. (para leer más acerca del concepto de reconocimiento desde el ámbito filosófico: bioética reconocimiento).
Esto es lo que hace nuestro protagonista. Reconocer y validar a cada persona con la que se relaciona: contemplarla, examinarla con cuidado, para descubrir sus rasgos propios, su singularidad; y, desde ahí, darle fuerza y firmeza, hacerla válida. Entonces se opera el milagro.
Cuando una persona es reconocida, sonríe, porque entra en contacto con lo mejor de sí, lo más auténtico, su propio ser desnudo de caretas y defensas. La mirada reconocedora del otro cambia nuestra manera de mirarnos a nosotros mismos, nos refleja como en un espejo nuestra belleza interior, tantas veces oculta. La mirada del otro es lo que nos hace ser, desde el primer minuto de nuestra venida al mundo. El reconocimiento es la piedra angular de nuestro crecimiento como personas: luchamos por él, enfermamos si no lo tenemos, respiramos tranquilos cuando lo logramos. A menudo buscamos reconocimiento de nuestros éxitos profesionales, poder, riqueza o algún otro tipo de “logro”, pero antes o después descubrimos que esto no nos da la satisfacción profunda que anhelamos. Porque el único verdadero reconocimiento es el que nos distingue en lo que somos,no en lo que tenemos o hacemos.

Cuando alguien me reconoce, me recuerda quién soy y quién estoy llamado a ser. Las relaciones en las que reconocemos y somos reconocidos son relaciones sanadoras, que nos hacen crecer: en la consulta psicológica, en la camilla del médico y en todas y cada una de las situaciones de nuestra vida.
Ojalá esta historia nos despierte las ganas de mirar de otra manera a las personas con las que nos relacionamos… y buscar su sonrisa. Con estos pequeños retales cotidianos se va tejiendo la esperanza en un mundo mejor.

3 comentarios:

  1. A veces es suficiente con un reconocimiento quizá más "superficial". Con una mirada que diga, sé que estas ahí, que eres una persona cono yo (con sentimientos, necesidades...) y mereces mi respeto. Junto con una sonrisa, ves como automáticamente cambian de animo. Además la sonrisa es contagiosa

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  2. Ves allá los campos de trigo?...

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